lunes, 27 de junio de 2016

Cosas tan bellas me gustan a mí


"When the dog bites, when the bee stings,
When I'm feeling sad
I simply remember my favorite things
And then I don't feel so bad"
-Richard Rodgers & Oscar Hammerstein II.

"La evidencia es como te la cuento,
¿Por qué dudas de que más es más?
Orgullosos de cualquier exceso
en el baile de la vanidad."
-Fangoria.
Siempre me han fascinado
las cosas que llevan en sí mismas
artificiosidad y brillo
además de color:
las pelucas,
el papel plateado,
los vestidos de flamenca,
el maquillaje
y un clásico como las lentejuelas.

También me gustan esas plumas
que llevaban en el Folies Bergère.
Los trajes de luces,
las pelis en tecnicolor,
los flamencos rosas
o los abanicos de flores.

Esas cosas
que hoy se llaman pasadas,
y que se asocian a ciertos grupos
minoritarios.

Horteras,
vulgares,
esperpénticas,
son algunos de los adjetivos
que se han usado para describirlas.

Porque son “demasiado”,
porque “no aportan nada”,
porque “llaman la atención”,
o porque son
“de mal gusto”.

Y es aquí cuando una se pregunta:

¿qué es
el buen gusto?

¿Quién coño inventó el buen gusto?
¿Quién se atrevió a tacharme,
a juzgar mi sensibilidad
y a relegar mis fetiches
a una categoría menor?

Eso por no añadir
que muchas de estas cosas
antes solían ser lo más.

¿Por qué tenemos que apartarlas?
¿En qué momento dejaron 
de ser tan especiales?

Pongamos como ejemplo
a esas viejas glorias
que una vez
llegaron a iluminar la pantalla.
Las que nos embriagaban con su belleza
y su aguante a los primeros planos,
esas que se atrevían con todo:
la actuación,
la música,
la danza
el modelaje...
muchas de ellas
no sabían hacer nada
realmente,
pero en su propio código 
poseían mucha más verdad
que bastantes de esas divas
que presumen de impostar en la medida justa.

Amigas,

más
siempre
siempre
será más.

Y partiendo de este principio,
se podrá entender un poco
lo que logra y no logra emocionarme.

Porque en un siglo en el que prima
lo que publicas en tus perfiles
y lo que los demás piensen de ti,
yo no consigo entender
qué es eso tan importante
que se hace llamar naturalidad.

Me quedo con el exceso,
el lujo,
y esos viejos rituales
que se clavan en lo que somos.

Porque lo humano
siempre ha llenado sus vacíos
de cosas
que no sirven para nada.